En medio de una escalada comercial global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, posicionó a la Argentina como un aliado estratégico en su batalla contra la ofensiva económica de China, liderada por Xi Jinping. La afinidad ideológica entre Trump y Javier Milei, junto con la condena del presidente argentino al régimen chino y el potencial productivo de Argentina, permitió negociar un acuerdo arancelario preferencial que beneficiará al país sudamericano, según confirmaron fuentes cercanas a las negociaciones en Balcarce 50, de acuerdo a lo señalado por el portal Infobae.
Durante un encuentro clave en Washington, el canciller argentino Gerardo Werthein se reunió con Howard Lutnick, secretario de Comercio de EE.UU., quien explicó que “Estados Unidos necesita canales de suministros fiables y que los aranceles recíprocos que fija Trump encierra esa lógica global”. Este diálogo aceleró las tratativas, que culminaron en un acuerdo preliminar que exime a Argentina de aranceles para una lista de 100 productos, alcanzando un arancel cero para entre el 70% y el 80% de sus exportaciones a EE.UU., frente al 10% global anunciado por Trump. Sin embargo, el acero y el aluminio, considerados insumos de seguridad nacional, mantendrán un arancel del 50%, ya que, según una orden ejecutiva de Trump, “aunque los aranceles previamente impuestos al acero y al aluminio han contribuido a un importante apoyo a los precios en el mercado estadounidense, aún no han permitido que estas industrias desarrollen y mantengan una tasa de utilización de la capacidad de producción necesaria”. La medida, añade el documento, “proporcionará un mayor apoyo a estas industrias y reducirá o eliminará la amenaza para la seguridad nacional que suponen las importaciones de artículos de acero y aluminio y sus derivados”.
Cautela
El acuerdo, que entrará en vigor a partir del 1 de agosto, refleja la estrategia de Trump para contrarrestar la influencia china en el escenario global. A diferencia de otros países como Kazajistán, que enfrenta un arancel del 25% tras anunciar una “nueva era dorada” en su cooperación con China, Argentina se beneficia de su alineación con Washington. En mayo, Trump lanzó una ofensiva arancelaria para frenar a Beijing, a quien considera “el enemigo a vencer en el siglo XXI”. El caso de Kazajistán, que atrajo inversiones estadounidenses en gas, petróleo y tierras raras, pero luego firmó acuerdos con China en energía y comercio electrónico, sirve como advertencia. Tras la reunión entre el presidente kazajo Kassym-Jomart Tokayev y Xi Jinping, Trump impuso sanciones arancelarias, exigiendo que Kazajistán rompa sus lazos con Beijing para levantarlas.
La sintonía entre Milei y Trump no logró, sin embargo, negociar una rebaja en los aranceles al acero y aluminio, debido a su relevancia estratégica para EE.UU. Pese a esto, el pacto posiciona a Argentina en un lugar privilegiado frente a aliados tradicionales como la Unión Europea, Japón, Canadá, México y Corea del Sur, cuyas relaciones con Washington se tensaron por la guerra comercial. En la Casa Rosada, se espera con cautela el anuncio oficial desde la Casa Blanca, conscientes de que “con Trump la incertidumbre política es una condición sine qua non de la relación bilateral con Estados Unidos”. El acuerdo busca no solo eliminar barreras arancelarias, sino también garantizar cadenas de suministro que eviten una crisis económica en EE.UU. si la disputa con China se intensifica.
La decisión de Trump de priorizar a Argentina refleja su intención de convertir esta alianza en un modelo para América Latina, en un contexto donde busca socios confiables para enfrentar la influencia global de China. Mientras se aguarda la fecha del anuncio oficial, el pacto arancelario consolida la relación estratégica entre ambos líderes, marcando un hito en la política comercial bilateral.